Uno de los objetivos principales de la ganadería es producir una cantidad suficiente de productos para alimentar a la toda población. Frente a esta demanda global, la ganadería debe asumir hoy en día una exigencia más local para producir cada vez mejor: mejor calidad, bienestar en la ganadería y, por supuesto, protección de nuestro medio ambiente. A través del arsenal normativo que regula las prácticas ganaderas, el rendimiento medioambiental vinculado a la reducción de las emisiones de nitrógeno es cada vez más restrictivo.
¿Por qué las tecnologías disponibles para la reducción de las emisiones de nitrógeno no han resuelto esta cuestión en su totalidad?
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Un límite fisiológico. Es fisiológico: un animal produce efluentes que contienen nitrógeno.
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Un límite tecnológico. En las zonas ganaderas, la superficie de aplicación suele ser el factor limitante del tamaño de la explotación. Esto lleva a la implementación de dispositivos artificiales, como puede ser el tratamiento de estos efluentes. Sin embargo, las tecnologías de tratamiento suponen un coste económico y energético adicional a la producción y una pérdida de nutrientes. Por lo tanto, se trata, en cierto modo, de otra aberración medioambiental.
¿Cuáles son las tecnologías disponibles y sus limitaciones?
Las soluciones propuestas se refieren a diferentes factores de la producción ganadera:
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La alimentación
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Las instalaciones
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La gestión
¿Puede la nutrición animal formar parte de una estrategia de reducción de las emisiones de nitrógeno?
La alimentación de los animales debe adaptarse al máximo a sus necesidades. En particular, el enfoque de la digestibilidad y el equilibrio de las proteínas se acerca ya al óptimo. En general, la reducción de la liberación de nutrientes como el nitrógeno o el fósforo requerirá un enfoque doble: la selección de las materias primas más digestibles y/o el uso de enzimas o probióticos para mejorar la digestión de los nutrientes. La liberación de metales pesados, como el cobre y el zinc, tiene su origen en un enfoque profiláctico y no nutricional. Por lo tanto, es la salud de los animales la que deberá mejorarse en general sin utilizar estos reguladores de la microbiota.
Almacenamiento de efluentes
Hoy en día, las instalaciones de las granjas tienen la tarea adicional de contener los efluentes para limitar su difusión involuntaria en el medio ambiente. El único impacto que tienen sobre las emisiones de nitrógeno es la reducción de los volúmenes de aguas pluviales contaminadas y, por tanto, una menor concentración de los efluentes que se difunden. Invertir en unidades de tratamiento para reducir las emisiones de nitrógeno es una inversión económica improductiva para la ganadería, una aberración energética y un balance material desastroso. Por ejemplo, hay soluciones que sólo pueden utilizarse como último recurso cuando la sostenibilidad de la ganadería se pone en duda por una normativa más estricta.
¿Puede contribuir a ello la gestión del ganado?
Existen 3 formas de mejorar la eficacia individual de los animales
Sin embargo, la eficacia individual del animal tiene un impacto significativo. De forma un tanto caricaturesca, cuanto más se mejore la eficacia alimentaria, menos emisiones de nitrógeno se liberarán al medio ambiente.
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Cada año, la genética mejora este parámetro fundamental del rendimiento global de nuestras explotaciones. Pero el ganadero sólo puede actuar sobre este parámetro cuando los animales se ponen en marcha.
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La alimentación y las soluciones que mejorarán la digestibilidad de las materias primas.
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Dar al propio animal la capacidad de reducir sus emisiones.